II Ruta del jamón

En los albores del  nuevo milenio corría un mito, una leyenda, sobre unos bikers que que se adentraban en las profundidades de los bosques de la Sierra de Guadarrama para sacrificar un jamón y pedir la bendición de los dioses para surcar caminos y senderos con alegría, felicidad, evitando sobresaltos ,pájaras y caídas. Interesado por las veneraciones místicas y ancestrales, comencé a investigar tan interesante culto. 

Era un lugar de cuyo nombre los más ancianos no recordaban, pero los poemas y cánticos, aunque no precisaban, relataban de una zona en las tierras al noroeste. Subí a mi montura, con casco y mochila y comencé la búsqueda. No tardé mucho en dar con un grupo de lugareños de Villalba y Guadarrama, que no solo habían oído la leyenda, sino que incluso decían haber participado de ella. Les rogué que me permitieran unirme a ellos para poder documentar y transmitir al resto de la humanidad un ritual tan interesante. ¡Gracias a los dioses me aceptaron! y aquí comenzó una aventura que cambiaría mi vida.

Monté con ellos durante mucho tiempo. Pasaban  las semanas, y los meses, y las estaciones, y los años, pero seguía sin poder precisar nada sobre el ritual jamonero, tan solo había visto alguna foto y oído los relatos de diferentes personas que parecían coincidir describiéndolo de forma homogénea, con gran algarabía y nostalgia.

Mi primogénito, viéndome tan sumergido en la investigación comenzaba a preocuparse.

– «Padre, va haciéndose usted mayor. Subir tanta montaña, vadeando ríos, por bosques tan lejanos, puede ser un peligro. Esas tierras a usted le son ajenas, están fuera del Condado y no las conoce, ni allí tiene autoridad».

– «Entiendo tu preocupación, mi querido hijo. Mas hoy mismo me han dicho que el ritual se realizará a comienzos de este mismo año. He de ir o mi alma no descansará nunca».

– «En ese caso, padre, yo mismo le acompañaré. Pero júreme por su montura, que si el ritual no acontece, lo olvidará, pues su aventura ya nos enloquece».

Y así juntos, padre e hijo, se reunieron con los sabios que llevarían a cabo el ritual. Don Clemente y don Guti presentaron el jamón debidamente envuelto, con el emblema «5J«, pues la ofrenda debía ser pura y 100% ibérica . Por el camino tuvieron que relevarse los vigorosos porteadores, don Guti y don Garbu , pues la carga era pesada y el camino largo. A la vanguardia, abriendo camino, iban los más expertos y lanzados caballeros, don Barrús y don Javi. En la retaguardia, protegiendo el grupo de cualquier peligro iban la ágil amazona Carolina, junto con el caballero don Paco. Nosotros íbamos protegidos en el medio del grupo junto a su excelentísima  doña Rosa, letrada mayor del lugar, cuyos escritos eran famosos en toda la región, para dar fe del acto.

El sacrificio se hizo en tres lugares divinos:

– La Ermita del Cerrillo. Punto origen de peregrinación de las principales rutas a la Sierra de Guadarrama, a través de las Cancelas.

Refugio de los Forestales : Mirador desde donde se aprecia la magnífica y colosal obra del Monasterio del Escorial y las calmadas aguas de Valmayor.

– El Bosque de la Herrería: Bosque místico salpicado de pequeños arroyos. Donde robles, fresnos purifican el lugar.

Presentose don Miguel, en el Bosque de la Herrería, con sus bellas hijas, para celebrar lo allí acontecido. A mi parecer , bueno es que las jóvenes participen para que este culto tan puro y bello se transmita generación a generación.

Aquí quedan mis recuerdos, que he intentado plasmar de la forma más fidedigna a mi entender. Ruego perdonen los errores que mi edad y el tiempo me hayan obligado cometer.

Conde Mango.

12 Enero 20

II Ruta del Jamón