CAMINO DE UCLÉS
Primer reto para Nocturnas de 2023, el Camino de Uclés.
La aventura se planificó en 2 etapas. Desde La Puerta del Sol (Madrid) a Estremera y desde Estremera a Uclés. El mes de Enero no es el más apropiado por la lluvia y la formación de barro, pero las ganas y la ilusión suplieron los inconvenientes con creces.
El Camino de Uclés es una camino de peregrinación que se ha conseguido gracias a la Asociación Amigos del Camino de Úcles. Por eso, los datos técnicos y dudas podéis resolverlo a través de su web. Entre otras cosas os indicarán como obtener las credenciales. Nosotros contaremos aquí nuestra experiencia por si puede ser útil a algún aventurero.
En nuestro caso, el encargado de obtenerlas fue Miguel, que fue el que promovió y se trabajó la ruta pero por cosas del destino, o por no manchar la bici de barro 😉 , al final no pudo venir. Que quede aquí nuestro agradecimiento.
14/01/2023
Día 1 Madrid- Estremera
Partimos desde la Puerta de Sol por ser un punto de inicio de fácil acceso a través de Renfe. Lo primero, un paseo por los lugares emblemáticos del centro: El Oso y el Madroño, Km 0, Plaza Mayor y el Palacio Real, para hacer tiempo a la apertura del Tempo de Santiago, en la Plaza de Santiago, punto oficial de comienzo de la ruta.
Sellamos las credencias y el párroco se tomó la molestia de salir a la calle para bendecir nuestro camino. Con independencia de la fe de cada uno creemos que proyectos como estos merecen la pena y son de elogiar.
La salida de Madrid se hace por Madrid Río. A pesar del frío (un mísero grado) y la niebla, había bastante gente por el camino, es una zona para ir tranquilo y disfrutar del entorno junto al río Manzanares.
Según levantaba el sol, era de esperar que la niebla se fuese diluyendo y la temperatura aumentando, pero nos acompañó hasta Rivas-Vaciamadrid. Algunos ya íbamos pensando encontrarnos con el Big Ben. Con este clima y las lluvias de los días anteriores esperábamos encontrar más barro por esta zona, pero tan solo había un tramo de unos 200 metros que hubo que bordear a pie, por un sendero un poco más elevado en la ladera. El resto, charcos con un poco de barro resbaladizo que se podía hacer montando sin tener mucha técnica. En Rivas aprovechamos a poner el segundo sello y tomar algo caliente para reponer fuerzas.
Desde Rivas se toma el carril bici de la Poveda que enlaza en Arganda del Rey con la Vía Verde del Tajuña, un camino muy cómodo y bien señalizado. Destacar que también la señalización del Camino de Uclés es muy buena a lo largo de todo el recorrido.
Pasado Arganda, Juan, nuestro eléctrico, comenzó a preocuparse por las rayas de su batería. El frío y la presión un poco baja de las ruedas estaban pasando factura.
Otra parada y sello en Morata de Tajuña, para cargar la batería eléctrica y las estomacales. Lo que mejor cargó las pilas fueron las famosas palmeritas de esta localidad con las que acompañamos el café de la comida. Tan recomendables que llevamos para el camino por si nuestros motores daban batería baja. El camarero, muy enrollado, también nos enseñó a sumar.
Continuamos la vía Verde del Tajuña hasta poco antes de Carabaña, donde enlazamos con la vía Verde del Tren de los 40 días . Igualmente, es una vía cómoda de 14 km. Un poco más de la mitad pica hacia arriba y luego es dejarse caer hacia Estremera, nuestro destino de esta primera etapa, 90 km con un poco más de 600 metros de desnivel.
Por supuesto, antes de llegar tuvimos que recargar las batería con las palmera, aunque no funcionó con la eléctrica.
Día 2. Estremera- Uclés
Tras una espera, como ansiosos zoombies glotones tras la puerta del bar, pudimos pasar a tomar un reconfortante desayuno. Preparamos las bicis y aprovechamos para dejar parte del equipaje en el hostal y así evitar ir cargados, excepto Barrús que debe llevar dentro el Anillo del Poder.
Tiempo frio y fresco, pero menos que el día anterior, posiblemente por estar más lejos del río, aunque la niebla nos siguió acompañando.
Al poco de salir de Estremera se pasa por una zona con unos chulos túneles de la antigua vía del tren. La última parte se bordea porque está cortada por posibles desprendimientos, pero el camino sigue siendo cómodo.
Dejamos los túneles atrás para cruzar el río Tajo, frontera entre la Comunidad de Madrid y Castilla la Mancha. Nos adentramos en tierras manchegas por la urbanización El Ballestar, perteneciente a Barajas de Melo. Este es nuestro siguiente destino, al que llegaremos atravesando campos de siembra desde los que solo brotaba la niebla a nuestro paso. Vamos acompañados por las aguas del río Calvache que primero nos vigilan por la derecha para cambiar a siniestra cerca del Bosque de los Peregrinos, una zona arbolada donde los árboles han sido pintados con anillos de colores. Cerca de allí pudimos ver correr a unos ciervos o venados.
En Barajas de Melo buscamos un lugar para picar algo y conseguir otro sello. Tenemos que disputar la comida con los cazadores, que parecen estar en apogeo en estas fechas. A pesar de sus armas, nosotros nos quedamos con la tortilla. A la salida del pueblo hay un bonito salto de agua, con unos robustos árboles, que nos incita a hacer un poco de postureo.
Hasta aquí, el camino había sido muy sencillo, salvo los pocos metros de barro que pillamos en Rivas el día anterior. Poco a poco el camino va cambiando a una arena más arcillosa. Al llegar a la subida de la Cruz del Peregrino, que tiene una pendiente bastante pronunciada llena de barro, algunos del grupo prefieren rodearla y otros meter molinillo y conseguir el sello. El aire y el frío no permiten disfrutar del esfuerzo, pero el sello está conseguido, aunque alguno se lo tiene que llevar como un NFT porque su credencial está viajando en la mochila eléctrica que hoy ha tomado la delantera y ya solo veremos su huellas en los ríos de barro que nos esperan.
Desde la Cruz del Pereguino hasta Huelves, el camino es un barrizal. Hay tanto barro que las ruedas se frenan por la acumulación en las horquilla de la bici. Nos sentimos como Patrick Swayze en Ghost, pero en este caso, el fantasma fue un pinchazo en el momento más inoportuno. Mientras unos reparaban el pinchazo otros limpiaban la cadena en los charcos.
En Huelves se recompuso el grupo. Intentamos lavar las bicis en una fuente sin agua. Viendo cómo estábamos dejando el pueblo de barro continuamos el camino antes de ser linchados.
Justo a mitad de camino, entre Huelves y Uclés, nada más pasar las vías del tren, Javi y el Conde intentan seguir el camino marcado, mientras el resto aciertan en continuar por carretera, pues nada más comenzar el desvío comienza a llover, lo que nos hace perder la senda y volver a la carretera un poco más adelante.
Al llegar a Uclés la lluvia ya había parado, aunque fina, era molesta. Buscamos un sitio para comer sin éxito, el barro nos hizo llegar más tarde de lo previsto. Visitamos el Monasterio y disfrutamos de sus vistas. Nos hacemos las fotos de rigor con el último sello en nuestro poder.
De vuelta, ya en coche, paramos en un último restaurante para olvidar, pero con un montón de aventuras para recordar. 50 km con 700 metros de desnivel, pero sin duda, lo más duro fueron los 10 km de barrizal. En otra época del año o sin lluvias los días anteriores es una ruta sencilla. No es que sea duro pedalear o que uno pueda caerse, es que estropean las bicis que nos hacen pasar estos formidables momentos.
Conde Mango